84, Charing Cross Road, de Helene Hanff. O El Amor a los libros.
Hace ya varios años, en una tarde
de aburrimiento, comencé a buscar un nuevo
libro que leer. Buscar
libros es sin duda es uno de los pequeños placeres de este mundo, aunque
desgraciadamente, cada vez somos menos los que sabemos reconocer en ello un
placer. Por
casualidad me topé con este pequeño tesoro de la literatura, una delicia de
apenas ciento veintiocho páginas, 84, Charing Cross Road, de Helene
Hanff.
Cuando empecé a
leerlo, me resultó tan ameno que cuando acordé iba por la mitad, y como es
de esos libros que mientras lees
desearías que no acabaran nunca, decidí
espaciar mis lecturas (haciendo un gran esfuerzo), pues es realmente
maravilloso y quería saborearlo lentamente, quería dejarme llevar por el encanto de lo que ya,
prácticamente, ha desaparecido: la correspondencia escrita de puño y letra.
Algunos libros pueden leerse y releerse y cada vez que
los retomamos es como la primera vez. Con este libro en concreto pasa eso. Libros como
este, que hablan sobre el amor a la literatura, deberían ser de lectura
obligada en institutos, con la idea de formar nuevos y buenos lectores. Es realmente una pequeña joya:
divertida, tierna, conmovedora, con un punto de humor, y logra transmitir ese amor a los
libros que siente la protagonista.
Este preciosidad es un canto
a la amistad y al amor por los libros, una reivindicación del trabajo del librero, una
visión de las penurias económicas de la Inglaterra de la posguerra y del poder
emergente de Estados Unidos, vamos, un retrato de la época. Resulta increíble
como el amor por los libros puede establecer lazos que ni el tiempo ni la
distancia puede borrar.
En las primeras cartas solo se percibe una relación
comercial librero-cliente, pero poco a poco, gracias a la ironía y humor de
Helene, el ultracorrecto librero Frank va encariñándose con ella, carta tras
carta. También encontramos cartas de algunos amigos de Helene, de la mujer de
Frank, Nora, y de otros empleados de la librería Marks&Co que le cogen mucho cariño gracias a los
regalos que Helene les hace, alimentos y otros útiles, muy de agradecer debido
a la pobreza que sufría Inglaterra en aquellos tiempos.
84, Charing Cross Road es un regalo para cualquiera que
ame los libros pero también para quien tenga la curiosidad de asomarse a la
vida de Helene Hanff, una persona realmente divertida y especial. La única pena
de abrir este pequeño y delicioso hatillo de correspondencia es que se termina
de leer demasiado rápido y la desaparición de algunos personajes deja un vacío.
Helene es
una escritora autodidacta que sobrevive en Nueva York pendiente de que le
acepten sus obras de teatro, artículos, cuentos, guiones para la televisión y
ensayos. Un otoño de 1949, ávida por los clásicos y cansada de la poca oferta
de las librerías de segunda mano de su ciudad, se arriesga a escribir una
pequeña misiva a Marks & Co., Libreros, 84 Charing Cross Road,
Londres y les solicita una pequeña lista de ensayos que desea conseguir, si no
son demasiado caros. Frank Doel, uno de los empleados de la librería inglesa
contesta su carta y le remite las obras solicitadas, iniciando así, sin
sospecharlo, una deliciosa correspondencia que durará hasta finales de los años
60. Este libro es en realidad una
recopilación de cartas que se escribieron la propia Helene y Frank, uno de los
trabajadores de Marks & Co., una librería londinense que
precisamente estaba ubicada en la calle que le da el título a la novela. Helene
le mostró estas cartas a un amigo, allá por 1969, y éste pensó que sería buena
idea darles formato de libro y publicarlas, como así se hizo finalmente.
El libro tuvo un éxito inmediato, consiguiendo
un reconocimiento que le había sido negado durante toda su producción
literaria. Miles de lectores le escribirían para felicitarla, considerándola
una amiga (unidos por ese íntimo amor a los libros). Resulta un poco irónico que Helene, que comenzó escribiendo obras
de teatro que nadie quería escribir, hasta que consiguió subsistir escribiendo
guiones para televisión, viera como el
libro que más éxito le procuró resultara ser una colección de cartas privadas
que acabaría en obra de teatro.
El libro se convertiría
en una serie de televisión para la BBC en 1975. En 1981 el texto es adaptado
por James Roose-Evans y triunfa en el Ambassadors Theatre de Londres. En 1982
hace lo propio en el Nederlander Theatre de Broadway de Nueva York. En
1987 se adapta cinematográficamente con el título de "La carta final", con Anthony Hopkins como Frank Doel y Anne
Bancroft como Helene Hanff, película
de la que se dice que es la más bella sobre libros jamás filmada.
Argumento y
personajes
El libro comienza
cuando Helene, una desconocida escritora que vive en Estados Unidos y
que ha leído un artículo sobre la librería inglesa Marks & Co., especializada
en libros agotados, les escribe una carta en la que les solicita que le envíen
varios ejemplares. Frank Doel, contesta a esta carta y a partir de este
momento se inicia entre ellos una correspondencia que durará desde 1949 hasta
1969. Lo que empieza como una relación
puramente profesional entre librero y clienta va dando paso a una muy buena relación
de amistad.
A través de las cartas conocemos la situación de la Inglaterra de la postguerra,
una Inglaterra donde hay escasez de ciertos productos, (están en vigor las
cartillas de racionamiento), también conoceremos
cosas sobre la vida de Helene, a la que no es que le vaya muy bien laboralmente
hablando. Ambos personajes representan los arquetipos de su país, Helen representa
el humor y la forma de ser estadounidenses, y Frank personaliza el estoicismo
británico. Poco a poco iremos viendo cómo se introducen en la trama más
personajes y paulatinamente conoceremos a casi todo el personal que trabaja en
la librería, e incluso en algunos casos hasta a sus familiares y amigos.
A cerca del
autor
Helene
Hanff nació en Filadelfia, Pennsylvania, el 15 de abril de 1916 y falleció en
New York, el 9 de abril de 1997. Su niñez estuvo marcada por la depresión económica
que durante los 20s afectó a todo el país, y por las obras teatrales que su
padre le llevaba a ver cada semana. Aunque Hanff únicamente pudo costearse un
año de universidad, siempre fue una lectora apasionada, de este pasatiempo
nació su afición por la escritura. A finales de los 30s Hanff decidió probar
suerte en Nueva York, donde se inició como escritora de obras de teatro. En los
años 40s Hanff ya había escrito más de 20 obras, pero lamentablemente ninguna
fue llevada al escenario.
Y fue
hacia los 40s cuando la escritora comenzó a encargar libros de una tienda londinense
llamada Marks & Co. sin saber que el intercambio de misivas con uno de sus
empleados la llevaría a escribir su novela más célebre: 84, Charing Cross Road.
Su carrera, la llevó de escribir obras que no se llegaron a estrenar a ayudar a
crear algunos de los primeros dramas televisivos del mundo del teatro de Nueva
York de los años cuarenta y cincuenta. Helene escribió y editó guiones de una
gran variedad de dramas televisivos tempraneros, producidos fuera de Nueva York.
Cuando la producción televisiva se movió a California, su trabajo decayó poco a
poco, y acabó trabajando para revistas, y finalmente en los libros que forjaron
su reputación.
El
edificio de apartamentos donde vivió, el 305 E. de la calle 72 ha sido llamado
"Charing Cross House" en su honor. Una placa de bronce junto a la puerta
principal conmemora su residencia y la autoría del libro.
En 1971, Helene Hanff pudo cumplir su sueño de viajar por fin a Inglaterra,
la norteamericana se dio de bruces con la cruda realidad: Frank Doel había
muerto y Marks & Co. había cerrado sus puertas.
Si
tenéis la oportunidad de visitar Londres, no dejéis de visitar el lugar. La librería
ya no está (ahora hay un restaurante), pero hay una placa en la pared donde se
nombra todo: a Helene Hanff, Marks & Co., el libro... Es interesante. Y de
paso conoces también esta calle, que es muy pintoresca
Otras obras de la autora:
·
Cartas
desde Nueva York
·
Butch
Elects a Mayor
·
The Movers and
Shakers: The Young Activists of the Sixties
·
El
terrible Thomas
·
Reina
de Inglaterra: La historia de Elizabeth I
·
The Signing of
the Constitution
·
John F. Kennedy:
Young Man of Destiny
·
The Helene Hanff
Omnibus
·
Good
Neighbors: The Peace Corps in Latin America
Lo mejor
|
- Una
historia real, historia de amistad que surge a través de las cartas que
se cruzan dos personas que no se conocen de nada.
- Resulta
interesantes las continuas menciones que se hacen de ciertos libros y
sus características.
- El
amor por los libros que se respira en la novela.
|
Lo peor
|
- Preferible
leerlo en inglés. Se pierde al traducirlo.
- Se
hace cortísimo y la verdad es que te quedé con ganas de más.
|
Relaciones a distancia y amor por los libros
En una época
en la que es tan fácil relacionarse vía mail, chat…. con gente a la que no
conocemos de nada, esta historia resulta curiosa, debido a la época en la que
las cartas se escribieron. Las cartas muestran el grado de confianza y amistad Helen
y Frank alcanzan a través de su correspondencia, y cómo Helen, sorprendida al
conocer la situación que se vive en Inglaterra en esa época, y a pesar de no tener una muy buena economía en
ese momento, envía a la librería paquetes con alimentos y productos que sus
amigos ingleses tienen difícil conseguir en época de postguerra. Así que lo que comienza
siendo, una simple correspondencia entre librero y clienta, pasa poco a poco a
ser una relación mucho más amistosa. De hecho, Helene incluso se plantea
organizar una visita a Inglaterra para conocer no sólo a Frank sino también a
su familia, así como al resto de compañeros que trabajan con él en la librería.
Una de los temas que más me gusta de esta obra es el amor por los libros que se
desprende de la correspondencia entre los protagonistas. En sus cartas, la
autora nos va descubriendo sus gustos literarios así como sus manías y sus
costumbres a la hora de enfrentarse a los libros y disfrutar de ellos. Así, por
ejemplo, reconoce que “me encantan esos libros de segunda mano que se abren por
aquélla página que su anterior propietario leía más a menudo”.
Yo misma
tengo en casa libros que han pasado por tantas manos que están los pobres
completamente deshechos, pero por nada del mundo los cambiaría por ejemplares
nuevos porque su estado demuestra el elevado número de personas a las que han
hecho disfrutar de sus historias tanto como a mí. Espero que jamás desaparezcan
las bibliotecas públicas ni los mercadillos y librerías de venta de libros de
segunda mano para que todos los amantes de la lectura podamos seguir compartiendo
experiencias y disfrutando con ellos.
¿Quién no ha acariciado un libro usado y como por arte de magia se ha
abierto por la página favorita de su anterior propietario, aquella que ha sido
leída más a menudo y que, en no pocas ocasiones, contiene esas anotaciones
manuscritas con letras que tanto cuesta entender? Este y muchos otros detalles
hacen de la obra todo un homenaje a esos libros y libreros de toda la vida que,
por mucho que avance la edición digital, espero que jamás desaparezcan.
Cuando
me regalaron mi libro electrónico yo también temía perder la sana costumbre de
patearme las librerías en busca de libros, pero de momento no ha pasado y
espero que nunca pase. El lector electrónico está muy bien, y me me encanta,
pero jamás sustituirá, al menos para mi, al libro en papel. No entiendo por qué
hay gente que cree que son incompatibles...
Por otro
lado, me parece un sacrilegio, cuando en algún que otro pasaje del libro, cuando
Helene considera que un libro es malo, no tiene ningún reparo en utilizar sus
hojas para envolver cosas o directamente tirarlo a la basura... En mi caso, nunca jamás en la vida sería capaz de tirar un
libro a la basura, ni de utilizar sus hojas para envolver nada. Es que me pongo
enferma sólo de pensarlo.
Un libro maravilloso. Leerlo
y a ver que me contáis.