Me encanta el Eduardo Mendoza serio de La
ciudad de los prodigios o El año del diluvio, pero debo de confesar
que yo prefiero al Mendoza callejero, satírico, pintoresco... Yo descubrí a
Eduardo Mendoza en El misterio de la cripta embrujada, novela que tuve que
leer en clase de literatura en secundaria y que supuso mi primer contacto con
el escritor catalán. Desde entonces he seguido a Mendoza con más o menos
asiduidad, al más humorístico y al más serio, y nunca me ha decepcionado.
El enredo de la bolsa y la vida, es la cuarta entrega de
ese subgénero quizá fundado por él que se denomina novela negra
paródica castiza -tan imitado luego en Madrid- Esta saga se inició con El
misterio de la cripta embrujada, El laberinto de las aceitunas y La
aventura del tocador de señoras, y aunque no alcanza la frescura de su primera
entrega, ninguna de ellas alcanza a la primera de hecho, para mi es de las
mejores.
“No se puede hablar del libro
sin una sonrisa; y es imposible leerlo sin reírse a carcajadas”( anuncia su
contraportada…). En muchas veces he oído a amigos míos quejándose de que tal o
cual libro que prometían risas y sin embargo, han sido una total decepción. Yo
siempre digo lo mismo: ¿Quieres reírte? Léete a Mendoza y verás si te
ríes.
El anónimo detective de El misterio de la cripta
embrujada, El laberinto de las aceitunas y La aventura del
tocador de señoras regresa a la acción en tiempos de crisis. Contra su
voluntad, es decir, movido por la amistad y sin un euro en el bolsillo, como es
habitual en él, vuelve a ejercer de insospechado sabueso en la Barcelona de hoy
en una carrera contrarreloj por desarticular una acción terrorista antes de que
intervengan los servicios de seguridad del Estado.
En El enredo de la bolsa y
la vida nuestro anónimo detective, que en el pasado estuvo recluido en un
centro penitenciario para delincuentes con trastornos mentales, regenta ahora
una peluquería en la que no entran clientes ni por equivocación, está sin
blanca y subsiste a duras penas a base de Pepsi-Cola y gracias a la dudosa
generosidad de sus vecinos: unos chinos que regentan un bazar, de ahí la
portada del libro con un gato chino encima de un sillón de peluquería.
La novela comienza con fuerza, con el protagonista
asistiendo a la investidura del doctor Sugrañes, como doctor honoris causa, un hombre con el
que había tenido en el pasado “pequeños malentendidos, ligeras discrepancias
y unas cuantas agresiones físicas”. El acto se convertirá en una
experiencia humillante para él y le permitirá rencontrarse con Rómulo el
Guapo, antiguo compañero de sanatorio, con el que llevaba años sin verse.
Desde el principio ya es imposible parar de reír con las anécdotas que su colega Rómulo el Guapo le narra al detective al ponerlo al corriente de su vida, como el frustrado atraco a un banco o el intento de secuestro del avión donde viajaba un equipo de fútbol. Y eso nada más empezar el libro.
Desde el principio ya es imposible parar de reír con las anécdotas que su colega Rómulo el Guapo le narra al detective al ponerlo al corriente de su vida, como el frustrado atraco a un banco o el intento de secuestro del avión donde viajaba un equipo de fútbol. Y eso nada más empezar el libro.
Pero lo más importante del encuentro con Rómulo será la
propuesta que éste le va a hacer: “He planeado un golpe. Algo sensacional.
Sin riesgo, sin mucho trabajo, sin contingencias. Todo está a punto. Solo falta
el equipo”. El protagonista rechaza la propuesta de unirse al equipo
porque ya quedaron atrás los años en los que sus malos pasos le llevaron al
sanatorio. Se sentía rehabilitado, había pagado su deuda con la sociedad y
quería seguir siendo un ciudadano ejemplar. Pero días después, la aparición de
Quesito, una adolescente para la que Rómulo había sido como un padre, cambiará
radicalmente sus planes.
Quesito sospecha que a Rómulo le ha pasado algo malo y le pide que investigue su misteriosa desaparición. Con el negocio de la peluquería de mal en peor, sin dinero, con escasos recursos, pero enternecido por la situación de la joven, comenzará su particular investigación que le llevará a resolver un caso de repercusiones internacionales. Nuestro protagonista contará con la ayuda de un peculiar equipo: el ex-timador “el Pollo Morgan” y el Juli, dos estatuas vivientes que se convertirán en sus ojos; la Moski, una acordeonista callejera del este que no sabe tocar el acordeón; un repartidor de pizzas y su hermana Cándida que jugará un papel crucial. Las reuniones del grupo se celebrarán en el restaurante Se vende perro, regentado por el señor Armengol. En su interior, asistiremos al descerebrado cruce de opiniones e ideas sobre la marcha de una investigación con muchos hilos sueltos.
Quesito sospecha que a Rómulo le ha pasado algo malo y le pide que investigue su misteriosa desaparición. Con el negocio de la peluquería de mal en peor, sin dinero, con escasos recursos, pero enternecido por la situación de la joven, comenzará su particular investigación que le llevará a resolver un caso de repercusiones internacionales. Nuestro protagonista contará con la ayuda de un peculiar equipo: el ex-timador “el Pollo Morgan” y el Juli, dos estatuas vivientes que se convertirán en sus ojos; la Moski, una acordeonista callejera del este que no sabe tocar el acordeón; un repartidor de pizzas y su hermana Cándida que jugará un papel crucial. Las reuniones del grupo se celebrarán en el restaurante Se vende perro, regentado por el señor Armengol. En su interior, asistiremos al descerebrado cruce de opiniones e ideas sobre la marcha de una investigación con muchos hilos sueltos.
El caso se volverá cada vez más peligroso y despertará el
interés de la Subinspectora Arrozales, de los servicios especiales de la
Seguridad del Estado, interesada en dar caza a un peligroso terrorista, de
peculiar nombre, Alí Aarón Pilila’, que prepara un atentado contra Ángela
Merkel en su inminente llegada a Barcelona. Todo culminará en una
operación final genial, que pondrá el broche a una fantástica novela.
Mendoza recurre a la primera persona para narrarnos las aventuras de su detective a lo largo de diecisiete capítulos cortos titulados que facilitan (aunque no hace falta) la lectura del libro. Todos están a la misma altura y no hay ninguno que se desmarque, en todos te ríes por igual y con todos se disfruta porque Mendoza es un maestro del humor al igual que también lo es de la calidad narrativa.
Mendoza recurre a la primera persona para narrarnos las aventuras de su detective a lo largo de diecisiete capítulos cortos titulados que facilitan (aunque no hace falta) la lectura del libro. Todos están a la misma altura y no hay ninguno que se desmarque, en todos te ríes por igual y con todos se disfruta porque Mendoza es un maestro del humor al igual que también lo es de la calidad narrativa.
El ritmo es tremendamente ágil y entretenidísimo gracias a
la impresionante verborrea y oratoria del detective y sus circunloquios, y a
las situaciones disparatadas en que se ve envuelto. Personajes muy cutres y
peculiares, ya de por sí cómicos, que resultan aún más por las frases cultas
que Mendoza pone en sus bocas, llenas de palabras refinadas y prácticamente en
desuso:
“Y ahora, si dejáis de interrumpirme con la vana intención
de apartarme de mi letal propósito, despejaré dudas y aclararé detalles como
prometí hacer en el momento de mi teatral irrupción, un poco aguada por las
digresiones.”
Es fantástica su caracterización de la mismísima Ángela
Merkel, a la que dota de la misma idiocia que a los demás. Atención al
personaje más hilarante de todos los que aparecen en la novela: el abuelo Siau
y sus frases lapidarias. El abuelo Siau, de la familia Siau,
pertenece a la familia que regenta un gran bazar chino justo enfrente de
la peluquería del detective y que acabará comprando la peluquería para poner un
restaurante chino.
Mendoza hace un análisis de la sociedad que nos rodea
parodiando temas de rabiosa actualidad como la crisis del euro o la expansión
de China, convirtiéndose así el libro en todo un testimonio satírico de nuestra
época.
El Autor:
Eduardo Mendoza nació en Barcelona el 11 de enero de
1943. Es hijo de un fiscal y un ama de casa. Estudió cinco años de Derecho y,
al terminar, estuvo un tiempo viajando por Europa. A su regreso a España,
trabajó en el caso “Barcelona Traction” y en el Banco Condal como asesor
jurídico. Ambos trabajos le sirvieron para hacerse con el lenguaje jurídico y
el de la burocracia,
lenguaje que utilizará más adelante en sus obras como en La verdad sobre el caso Savolta, publicada en el año 1975 .Con esta obra obtuvo un gran reconocimiento y,
gracias a ella, en el año 1976, fue premiado con el Premio de la
Crítica.
Más tarde, en 1979, el escritor Eduardo Mendoza descubre
su lado más cómico publicando El misterio de la cripta embrujada una
novela policíaca y de misterio pero tintada de buenas dosis de humor. Esta
obra, junto a El laberinto de las aceitunas, publicada en 1982, y La
aventura del tocador de señoras, publicada en 2001, tienen en común un
protagonista un poco peculiar, un detective que está internado en un manicomio.
En 1986, sale a la venta La ciudad de los
prodigios, que es probablemente su novela más aplaudida y valorada y
que lo convierte en una figura importante dentro de la literatura española.
Aunque su principal genero literario es la novela, Mendoza
ha escrito a lo largo de su trayectoria profesional ensayos como Baroja,
la contradicción, y más recientemente relatos como Tres
vidas de santos.
Recibió en 2010 el premio
Planeta por su novela Riña de gatos. Madrid 1936. Actualmente
reside en su ciudad natal, Barcelona.
Novela
Adaptaciones
cinematográficas
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